Apunte 7: Pandemia, estados de excepción y toma del poder.

 

Pandemia, estados de excepción y toma del poder.

Por: Félix Rincón

https://desinformemonos.org/resiste-el-monumento-construido-por-la-resistencia-en-cali-colombia/


La pandemia del covid-19 fue un detonante para un sinnúmero de coyunturas que derivaron en multiplicidades de devenires que siguen fluyendo, generando, produciendo. El 28 de abril de 2021 en Colombia se gestó una movilización social masiva, a raíz de la Reforma Tributaria que el gobierno colombiano, en cabeza del presidente Iván Duque, promovió en plena pandemia. Los ánimos ya venían caldeados desde el 21 de noviembre del 2019, aunque el asunto se remonta a 1909, e intentaré dar algunas fechas claves para rastrear el asunto teniendo como base la figura del estado de sitio, estado excepción o toque de queda.


El 13 de marzo de 1903, en Bogotá, se realizó una marcha, al difundirse la noticia de la firma del tratado Cortés-Rooth, donde se reconoce la independencia de Panamá de Colombia. En ese evento se generaron violentos motines encabezados por estudiantes de la Universidad Nacional, que obligan a una momentánea renuncia del Presidente Rafael Reyes, quien reasume el 15. Sin embargo, el ambiente hostil contra el Gobierno hace que el 5 de abril el Presidente convoque a elecciones, y el 19 de junio de ese mismo año, Reyes sale del país; posteriormente, Jorge Holguín asumiría la Presidencia, y decretaría estado de sitio, finalmente dimitió. 


El 30 de marzo de 1928 el entonces Ministro de Gobierno, Ignacio Rengifo, hace una afirmación pública sobre las intenciones de los movimientos bolcheviques nacionales de tomar el poder. Esas afirmaciones atizan las prevenciones de la multinacional United Fruit Company que se vió seriamente amenazada el 11 de noviembre por las manifestaciones de los trabajadores de ¨las bananeras¨ en Santa Marta, quienes demandaban mejores condiciones laborales y la eliminación de contratistas-intermediarios. Lo anterior era visto como pretensiones subversivas contra lo establecido, lo que derivó en la orden del General Carlos Cortés Vargas, el 5 de diciembre,  de abrir fuego contra los manifestantes que reclamaban, dejando casi dos mil trabajadores, de la United Fruit Company, muertos. 


A principios del año 1929 se realizaron varias capturas arbitrarias en diversas ciudades de Colombia, de presuntos participantes de complots comunistas, por tal motivo, se generaron grandes marchas estudiantiles que derivarían en la muerte del estudiante Bravo Pérez. En 1971 se generó la mayor movilización estudiantil de su momento, lo que desembocó en la decisión de militarizar las universidades públicas. En 1977 se dieron varias movilizaciones sociales que derivaron en la renuncia del Presidente López Michelsen. Luego llegó Turbay Ayala al poder y nuevamente se culpa por las manifestaciones al comunismo; se generaron represiones que derivaron en la muerte de 20 personas, 500 heridos y un sinnúmero de capturados. 


El historiador Jorge Orlando Melo en su texto Historia mínima de Colombia (2017), manifiesta que desde 1949 hasta 1982 el gobierno colombiano se movió bajo constantes decretos de emergencia o de estado de sitio. De la misma manera el Doctor en Ciencias Políticas Mauricio García Villegas escribió en su artículo Un país de estados de excepción 

la excepción era casi permanente (…) En los 21 años transcurridos entre 1970 y 1991 Colombia vivió 206 meses bajo estado de excepción, es decir, 17 años, lo cual representa el 82% del tiempo transcurrido. Entre 1949 y 1991 Colombia vivió más de 30 años bajo estado de sitio. (10 octubre, 2008) 

Las cifras dadas por García, dejan ver un despropósito en el uso de esa figura.

Para el 2011 se empiezan a despertar, nuevamente, grandes inconformidades sociales por reformas a la educación superior, que conllevaron a varios paros, incluso uno sincrónico con estudiantes de Chile. En 2018 el programa de educación superior  ̈ser pilo paga ̈, que perjudicaba a la educación pública, derivó en el Gran Paro Nacional Universitario. Para el 2019 los reclamos del sector universitario impulsaron las grandes marchas de noviembre, que dejaron como triste hecho histórico la muerte del joven  Dilan Cruz por  miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios. Estas marchas se prolongarán hasta enero y febrero del 2020, aplazadas por estados de emergencia, por la pandemia, hasta septiembre del 2020 cuando muere Javier Ordóñez a manos de la Policía Nacional, lo que desencadenó una gran toma de las calles por parte de la ciudadanía, y que se extendió hasta el Gran Paro Nacional el 28 de abril del 2021, que tuvo como detonante la Reforma Tributaria y, de fondo, la Pensional y la de la Salud. 


En el brevísimo recuento histórico sobre algunas manifestaciones en Colombia, se nota una permanente queja de los sectores sociales que demandan tierra, trabajo, educación y salud, que son intervenidas y disgregadas con represión policiva y militar. El estado de sitio, excepción y toque de queda, en teoría tienen las buenas intenciones de un gobierno para proteger a sus ciudadanos de algo, pero en la práctica son los dirigentes los que quieren protegerse, en tanto que es usada para controlar y apaciguar manifestaciones sociales y no permitir que se subviertan prácticas políticas obsoletas que mantienen las mismas maquinarias tradicionales elitistas en el gobierno. Los últimos estados de excepción en Colombia se dieron con esa intención, y estaban previamente seguidos de otros estados de emergencia sanitaria por el Covid-19 que, de igual manera, le dieron al Presidente Duque facultades extraordinarias para manejar el país por decretos. 


El Gran Paro Nacional del 28 de abril del 2021 se dio en un pico alto de mortalidad por la pandemia del covid-19, incluso se dio en estado de emergencia sanitaria. Lo interesante de este fenómeno, es que las malas decisiones del dirigente de turno, llevaron a la ciudadanía a, incluso, olvidar las cifras de mortalidad que el covid-19 dejaba en la nación. Este último Gran Paro Nacional reunió a muchos colectivos y movimientos sociales, lo que generó movilizaciones masivas, tomas de calles arteriales de ciudades importantes de Colombia que no tenían precedentes, y con el covid-19 como telonero, cosa no menor. La ciudadanía manifestó de manera tajante, que hay situaciones sociales que son intolerables bajo ningún criterio y, de igual manera, que el poder no lo detentan los dirigentes, sino el pueblo mismo. Es en la comunidad política donde reside el poder político, y es ella misma la que delega un dirigente para que cumpla el mandato que la comunidad dice. El que manda debe mandar obedeciendo a un mandato popular, esto es fundamental en nuestros Pueblos Originarios de Abya Yala. 


El filósofo Enrique Dussel en su libro 20 Tesis de política (2006), esboza una filosofía política que parte de la voluntad de vida del ser humano, y que es ese primer poder, por lo cual, el poder está siempre y solamente en la comunidad política. “Denominaremos entonces potentia al poder que tiene la comunidad como una facultad o capacidad que le es inherente a un pueblo en tanto última instancia de la soberanía, de la autoridad, de la gobernabilidad, de lo político” (Dussel, 2006, p. 27). La potentia, como poder, se expande cual red de interconexiones heterogéneas por todo los campos del ser humano. Cada persona, cada subjetividad, es un nodo que permite una pluralidad de interconexiones en diversos planos y direcciones de la sociedad.


Siguiendo a Dussel (2006), en el neolítico se dio una complejidad política debido a la aparición de las ciudades, las cuales demandan muchos oficios. La política, de igual manera, crea diversas instituciones del poder de la comunidad, del pueblo, que vienen siendo la potestas (p. 30). “Si la potentia es el poder en-sí, la potestas es el poder fuera-de-sí (no necesariamente todavía en para-sí, como retorno)” (Dussel, 2006, p. 29). Las instituciones o potestas, son los instrumentos pero no son el poder pues, como ya se ha dicho, el poder está en la comunidad política. Por lo tanto, el poder nunca puede tomarse -como golpe-, lo que se toman son las instituciones.


De manera similar visualizaba Félix Guattari las tomas del poder,  quien en un diálogo con Bertetto y Bifo, agenciado en el texto Deseo y Revolución (1977),  afirma:

Considero esto un nudo fundamental. Porque en el fondo el error de las teorías vinculadas a aquello que definiste como “quiebre insurreccional” es evidente. Y es evidente, también, en la práctica, porque las fuerzas represivas están organizadas a tan alto nivel que muy difícilmente se logre imaginar una toma del poder con un método insurreccional que consista en ocupar la prefectura, el correo, etc. (p. 24)

De alguna manera, Guattari ve compleja la toma de manera golpista tradicional, y vislumbra otras maneras, tal vez, como una ampliación del concepto  y no reducirlo a una toma de instituciones tradicionales sin más. 


A propósito de esta ampliación perspectiva de la toma, me parece interesante traer a colación, hoy 19 de abril, un fragmento de una carta del cura Camilo Torres a Fabio Vásquez, en la que manifiesta:

Esta toma del poder la he tratado de explicar mostrando que en estado de sitio, por ejemplo, podemos tomar una plaza, una ciudad, con una manifestación. Que el poder se toma cuando los campesinos pueden controlar una hacienda, un latifundio, cuando controlen una región, una carretera, una fábrica, una ciudad. (p. 316)

Si se comprende que el poder reside en el pueblo, en la comunidad política, y que por lo tanto no se puede tomar sino que se toman las instituciones, entonces la toma se actualiza, incluso, en estado de excepción, porque se toman son los territorios donde circula constantemente el pueblo, la comunidad política, más no unas instituciones obsoletas y fetichizadas por políticos de profesión, más no de vocación. De nada sirve tomar instituciones heredadas de los Griegos y los Romanos donde circulan y conspiran unas minorías corruptas contra la mayoría popular trabajadora.


Si algo dejó el último Gran Paro en Colombia, fue que armonizó las diversas demandas de la sociedad colombiana, en una gran movilización heterogénea y pluridireccional, que excedió al Estado, con sus estados de excepción y represión militar, y perdió el miedo, incluso, a la muerte misma representada en el covid-19. Las pretensiones sociales nunca tuvieron las intenciones de tomarse las instituciones políticas obsoletas, la toma fue de las calles, la toma fue de los hashtag en redes sociales virtuales, la toma fue de los titulares de los noticieros y de la prensa virtual-escrita nacionales e internacionales. La toma en Colombia fue innovadora y coherente con nuestra realidad.


Bibliografía:


Broderick, W. (1977). Camilo Torres, el cura guerrillero. Bogotá, D. C.. Círculo de Lectores.

Dussel, E. (2006). 20 Tesis de Política. México.: Siglo XXI Editores. Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe (CREFAL).

García, M (2008, 10 de octubre), Un país de estados de excepción. El Espectador. Recuperado de: https://www.elespectador.com/politica/un-pais-de-estados-de-excepcion-article-43317

Guattari, F. (1977). Deseo y revolución. Diálogo con Paolo Bertetto y Franco Bifo Berardi. (Fernando Venturi, Trad.). Milán. Squilibri.

Melo, J. (2017). Colombia: una historia mínima. Editorial Crítica.

Semana. (2019, 20 de noviembre). Grandes marchas y paros en la historia de Colombia. Semana. Recuperado de: https://www.semana.com/nacion/articulo/grandes-marchas-y-paros-en-la-historia-de-colombia-a-proposito-del-paro-nacional/641111/




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