Apunte 6.6: La eco-lógica, una herramienta guattariana frente al consumismo.

 La eco-lógica, una herramienta guattariana frente al consumismo. 

Por: Félix Rincón.


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El análisis que se ha venido haciendo hasta el momento nos permite ver dos racionalidades del ser humano frente a la naturaleza. La primera es la que manifiesta de manera patente una proximidad entre el hombre y la naturaleza misma, una relación de igualdad entre hombre y natura. La segunda es la que abre una brecha entre hombre y naturaleza para que éste pueda someter y dominar a aquella. La primera racionalidad tiene estrecha relación con el animal laborans propuesto por Hannah Arendt, y la segunda racionalidad se asemeja a su homo faber. A esta segunda racionalidad es a la que se llamará racionalidad tecnoagraria, y es la que se ha venido abordando bajo el concepto de agroindustria durante todo el texto. A la primera racionalidad se le llamará racionalidad ecológica y es la que se intentará abordar en este apartado, desde una reflexión de la agricultura que girará en torno a los conceptos de domus-focus del filósofo Enrique Dussel.

Como se pudo ver en el apartado inicial, dedicado al antecedente histórico de la agricultura, después de la revolución industrial se ve a la naturaleza como materia prima explotable, y tal vez sea necesario volver a ver el mundo como un hogar; más allá que un domicilio el mundo natural es nuestro hogar. Para empezar a discurrir argumentativamente sobre toda una metafísica del hogar es menester hacer aclaraciones etimológicas de la palabra casa, para aproximarnos al concepto a desarrollar. 


Existe una diferencia significativa entre casa y hogar. La primera deriva de la palabra latina casa que se traduce como cabaña o choza, pero también de la palabra latina domus, que era el edificio para habitar y de dom que era la casa familiar como tal. Pero estos significados no nos aproximan al concepto que se busca, por ello se tomará la segunda palabra latina que es focus y que se traduce como hogar, pero también como fuego, fogata, hoguera o braserillo. Entonces tenemos que lo que fundamenta el hogar no es la estructura del edificio, sino el calor de hogar, haciendo una analogía entre la fogata y el fuego del amor que emana entre los miembros del hogar mismo. 


Es precisamente en torno al fuego donde las primeras formas de familia se empiezan a gestar, el fuego al lado de la cueva, cueva que será el domus, el edificio, pero también el focus que da calor, que protege de las fieras y que sirve para preparar alimentos; el focus alrededor del cual se danza, manifestando y creando expresiones culturales; el calor donde se cuentan las actividades del día (Dussel, 2011, p. 140); el fuego a través del cual se crea toda una axiología argumentativa a través de historias y mitos que fundamentan en los párvulos, las categorías éticas del hogar. Por lo tanto, no es lo mismo domus que focus


En lo que se ha analizado hasta el momento se puede ver que el focus se transforma en casa, pero se debe profundizar más en él para entender que la casa es una unión cósmica con los demás elementos con los que se interactúa, la naturaleza. Y es que, si se analiza bajo el prisma de los pueblos originarios de América, todo está articulado dentro de esa unión cósmica, la medicina tradicional, por ejemplo, no es una actividad separada, sino que es generadora de equilibrio, “la enfermedad no es un problema individual, sino social y cósmico, y está relacionada con la vida de la comunidad en general. Esta, a su vez, depende de factores sociales, económicos, políticos y culturales” (Sánchez y Molina, 2010, p. 232). Es evidente que para la racionalidad ecológica la salud es ese equilibrio entre hombre y naturaleza, es la interacción dada entre ellos.


Ésta interacción puede verse como una metafísica de la alteridad que se fundamenta en la naturaleza misma. Sánchez, y Molina (2010) afirman que en la mitología indígena se manifiesta dicha relación, y puede interpretarse como la categoría de Otro que tiene la naturaleza, y con la cual se debe entablar un diálogo de igual a igual, “[…] por ejemplo si toco a un árbol, no estoy tocando sino estoy escuchando al árbol” (p. 322). Para algunas comunidades indígenas el verbo tocar no tiene la misma significación que los blancos y mestizos, sino que se relaciona con una transmisión de información, la naturaleza nos informa algo, nos transmite un mensaje, es decir, la naturaleza es Otro que me habla y que me escucha (Sánchez y Molina, 2010, p. 325). En ese diálogo reconocemos a la naturaleza como Otro. Aquella naturaleza que provee alimento, vestido y dormida, también es Otro. Naturaleza tierna como el canto de las aves y agreste como el Amazonas mismo. Naturaleza tierna como el aroma de la orquídea y agresiva como el rayo en la sabana. 


Dussel (2011) afirma que en ese diálogo se reconoce la casa como ecología “[…] es la naturaleza erótica donde el hombre hará su casa: ecológica entonces (ecología como economía derivan del griego y significan casa: oikía). Se origina así la dialéctica ser humano-cosmos, el surgimiento de la naturaleza como hábitat” (p. 180). Ese hábitat contiene dos caracteres importantes, el tangible y el intangible, y este último se relaciona con la indivisibilidad. Estos caracteres chocan necesariamente con la economía de mercado actual donde la tendencia va orientada a parcelar, a dividir, a especializar. Lógica de mercado que, para poder lucrarse al máximo, irrumpe en la relación cósmica dada entre hombre-naturaleza, y genera un desprendimiento de la racionalidad ecológica.


El filósofo francés Félix Guattari en su texto Las Tres Ecologías (1996) hace una crítica a las lógicas del dominio desde una eco-lógica. “Mientras que la lógica de los conjuntos discursivos se propone cernir bien los objetos, la lógica de las intensidades, o ecológica, sólo tiene en cuenta el movimiento, la intensidad de los procesos evolutivos” (p. 36). Las lógicas de dominio pueden relacionarse con la racionalidad tecnoagraria y la eco-lógica con la racionalidad ecológica, esta racionalidad da importancia al movimiento en tanto que es un proceso constructivo, evolutivo de la sociedad misma. La eco-lógica no desecha la económica, sino que propone una economía desde la ecología. Sin un planeta no habría humanos, y sin humanos, no habría economía. Economía, casa y racionalidad ecológica, son inseparables.


La naturaleza vista como domus tal vez es la manifestación del homo faber, de la racionalidad tecnoagraria, por ello es necesario ver la naturaleza como focus que es más cercana al animal laborans, a la racionalidad ecológica, que, como ya se vio, se relaciona con hogar y con economía 

[…] la vida económica de los indígenas depende casi exclusivamente de la tierra. Como a todos los campesinos, la tierra ofrece a los indígenas lugares especiales para sus huertas […] Les ofrece bosques de los cuales puedan sacar las maderas para sus viviendas, plantas medicinales para curar sus enfermedades, y en los cuales puedan cazar animales que les provean carne. Les ofrece aguas abundantes para alimentarse, regar sus cultivos y para la captura de variedad de peces que ayudan en la alimentación de las familias. (Sánchez, y Molina, 2012, p 196)

Tenemos entonces que la economía y la naturaleza, como nuestro hogar, tienen una estrecha relación. La economía no es enemiga de la agricultura, sino que, por el contrario, van de la mano, por lo tanto, nuestros esfuerzos deben ir en pro del cuidado de la naturaleza y la . 


La tecnología y sus avances no deben ir en contra de la naturaleza, al igual que una agricultura más consciente no debe ir en detrimento de los intereses económicos. Si se prioriza lo común sobre lo particular, se puede avanzar de manera justa. Hannah Arendt (2009) lo ratificaba:

La labor del hombre más necesaria y elemental, el cultivo del suelo, parece un perfecto ejemplo de labor transformándose en trabajo. Parece así porque el cultivo del suelo, a pesar de su estrecha relación con el ciclo biológico y su total dependencia del más amplio ciclo de la naturaleza, no deja tras sí ningún producto que sobreviva a su propia actividad y suponga una durable suma al artificio humano: la misma tarea, realizada año sí, año no, transformaría finalmente lo yermo en tierra de cultivo. (p. 159)

Queda claro que mediante la repetición de actividades y ciclos biológicos se potencializan tierras y se produce suelo fértil, con una gran carga de microorganismos, en la cual se pueden producir excelentes alimentos en poco espacio de tierra, y esto se da sin la instrumentalización. Es la instrumentalización el modo de generar sobreproducción para elevar la ganancia y, por ende, el capital de algunos, lo que ha llevado a acelerar los ciclos biológicos de la naturaleza mediante la biotecnología, que viene siendo la máxima expresión de la racionalidad tecnoagraria.


El concepto de focus que desarrolla Dussel (2011) tiene una gran proximidad con la racionalidad ecológica y, de igual manera, se entrelaza majestuosamente con la eco-lógica de Guattari (1996) como revolución y liberación del capitalismo actual. 

La connotación de la ecología debería dejar de estar ligada a la imagen de una pequeña minoría de amantes de la naturaleza o de especialistas titulados. La ecología cuestiona el conjunto de la subjetividad y de las formaciones de poderes capitalísticos, los cuales no tienen ninguna garantía de continuar triunfando, como sucedió durante el último decenio. (Guattari, 1996, p. 50)

Lo ecológico no debe verse como movimientos ambientalistas nada más, sino que comprende lo mental, lo social y lo medioambiental, en tanto que se atraviesan y se interconectan los campos económico, político, mental, social y medioambiental, con pretensiones de enfrentar y cambiar el modelo económico destructivo actual.








Bibliografía:



Arendt, H. (2009). La condición humana. Primera edición. (Ramón Gil, trad.). Buenos Aires, Argentina: Paidós.

Dussel, E. (2011). Filosofía de la liberación. Ciudad de México, México: Fondo de cultura económica.

Guattari, F. (1996). Las Tres Ecologías. (Trad. J. Vásquez. U. Larraceleta. España. Pre-Textos. (Trabajo original publicado en 1989).

Sánchez, E y Molina H. (2010). Documentos para la historia del movimiento indígena colombiano contemporáneo. Bogotá, D. C., Colombia: Ministerio de cultura.


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